miércoles, 18 de septiembre de 2013

Los techos de septiembre

(acto único)


I Escena 

Juana: Seguro que se subieron por nuestra casa, ya ven, no sería la primera vez que lo hace.
Francisca: ¿Pero cómo? si está rete alto.
Ester: Es  muy fácil, si ya tiene maña, nomás se apoyan en las rejas de nuestra barda, así suben y recorren nuestro techo, así se metieron.
Mariela: Cabrones, ojalá que Doña Julita venga a jalarles las patas.
Ester: Qué dices, no juegues con eso. Lo que debemos hacer es hablarle a Julián, decirle que han intentado meterse a la casa de Julita. Seguro él tiene llave, nadie más tiene llave, seguro él ha de poderse comunicar con los hijos, con los que estén a cargo de la casa ahora.
Juana: a lo mejor nadie está al pendiente.
Francisca: ¿Le llamaron a la patrulla?
Juana: les llamamos dos veces y nada. Le decía a Mariela que a la próxima les decimos que unos muchachos revoltosos están haciendo un rave. ¡Eso! Menores, consumiendo drogas y alcohol, verán como llegan volando.
Mariela: y hasta de tres patrullas tendremos afuera. ..
Juana: menores drogados y borrachos.
Mariela: indefensos…
Juana: y drogados y borrachos
Mariela: e indefensos…
Ester: pues sí, a la otra hacemos de los criminales las victimas para que se haga justicia. Pero ahora vámonos, que cada quién tiene sus tareas. Juana y Francisca a trapear y barrer. Mariela, ayúdame a recoger las camas.
(Mariela sale)
Juana: qué raro tú, ¿ustedes?, ¿La cama?, qué raro.
Ester: bueno, tú las camas y todas las demás a alimentar a los animales.
Francisca: yo no quiero alimentar animales, ya bastantes animales he alimentado en mi vida.
Juana: esos animales son responsabilidad que tú solita te has echado, reina.
Ester: ya estuvo bueno pues. Cada quien que haga lo que quiera hacer, pero que lo haga bien. Que las cosas o se hacen bien o mejor no se hacen.
Francisca: que no se hagan, de todos modos las cosas nunca salen bien. Y menos cuando se nos imponen, nadie hace bien las cosas cuando le obligan a hacerlas.
(Sale Juana. Entra Mariela cargando unas sobre camas)
Mariela: se escucharon otra vez, andaban arriba con pisadas de gato.
Ester: ¡Esos cabrones!
Francisca: ¡qué miedo!, qué tal que se nos brincan más.
(Entra Juana)
Juana: ¿Ya escucharon? Parece que son como tres.
Ester: que nadie salga, vamos a poner algo de música para olvidarnos del tema. De todos modos, ahorita voy con Julián para avisarle y pedirle las llaves.
Mariela: primero me llevas a mi casa, quiero ir por unas cosas.
Ester: primero lo primero. Que las cosas o se hacen bien o mejor no se hacen.
Francisca: qué les parece algo de José  José, también tengo algo de  Los panchos.
Juana: mejor algo más movido, una de The Killers, algo de The Beatles
Mariela: el caso es que tenga el “The”
Ester: pongan lo que quieran, pero pónganlo ya.
(Ponen música disco)



II escena

Mariela: Ayer no se escuchó ya nada. Seguro que les dio cargo de conciencia y se fueron. Han de haber visto el espíritu de Julita rondando la casa, los han de haber asustado los recuerdos de la pobre anciana.
Juana: O seguro ya se chingaron todo, hasta los recuerdos. Sea como sea, ¿escuchaste los cohetes?
Mariela: ¿Cohetes? No escuché nada te digo.
Juana: ayer hubo cohetes. No puedo creer que nos los escucharas. Se escuchaban a los niños sobre los hombros de sus papás,  a las trompetas y las matracas. Los gritos. El grito del pueblo.
Mariela: ¿Qué decían los gritos?
Juana: ¡VIVA EL IVA, VIVA CHIHUAHUA, CHIHUAHUA, VIVE, VIVE, RESUCITA CHIHUAHUA, DESPIERTA, LEVÁNTATE, SIENTE CHIHUAHUA, ALERTA CHIHUAHUA!
Mariela: no, yo no escuché nada.  Yo dormía, dormía en verdad, dormía porque es lo único que puedo hacer por ahora.
(Entra Francisca)
Francisca: yo también escuché. Pero nadie  gritaba, todo lo contrario, eran susurros.  Susurros de aquellos, seguro se volvieron a meter, ahora como que ideaban un plan, pa mí que planean llevárselo todo, hasta las plantas y los trastes de plástico, TODO.
Mariela: … Y los recuerdos.
Francisca: y todo…
Mariela: (reflexiona) mientras no se lleven lo de nosotros.
Francisca: ¿Y qué hay de Julita? Son sus cosas,  y seguro que no querrá que se lo lleven todo, qué pasa si volver, si alguna vez vuelve y no encuentra nada, imagínense su tristeza, su dolor al encontrar la casa vacía.
Mariela: perder sus recuerdos es lo más triste…y ¿qué podemos hacer?
Francisca: No sé, velar, vigilar por turnos, para ver quiénes son los hijos de la chingada que quieren perturbar el interior de la casa.
Mariela: y cuando los veamos ¿qué hacemos?
Francisca: cuando los veamos les decimos que dejen de hacerlo, que respeten a los difuntos y sus cosas. ¡Arriba las manos o disparamos! Y les aventamos con brasieres y calzones y…
Juana: ya salió el peine…
Francisca: ¿qué quieres decir Juana?
Juana: ah, nada, que lo mejor es mantener la distancia.
Mariela: eso digo yo, no vayan a venir encabronados aquí, y ahora hasta a nosotros por chismosas nos lleva la chingada.
Francisca: Julita también era re chismosa…
(Silencio incómodo entre todas)
Juana: no, yo me refería  a mantener la distancia de esos cabrones a con la casa. Nadie puede entrar ya, nadie. Mañana mismo le digo yo a Julián que nos dé la llave, y hacemos rondas.
Mariela: yo pido en la mañana
Juana: yo la de la tarde
Francisca: yo ni de pendeja hago la nocturna.
Mariela: tú la nocturna con Ester.
Francisca: ni madres, yo de noche ni a la esquina.
Juana: es cierto, si son muchos, seguro que necesitamos estar todas para poder contra ellos.
(Entra Ester)
Ester: supongo que ya todas terminaron sus quehaceres.
Juana: hacemos más que eso, estamos planeando cuidar la casa de Julita, vamos a hacer rondas y a ver qué…
Ester: ¿Rondas? Ni siquiera pueden seguir el rol de la casa y quieren hacer rondas para cuidar las ajenas. No, no voy a permitirlo.
Mariela: qué bueno, porque seguro te encabronabas con el horario de ronda que te iba a tocar.
Ester: dejen de hacerse tontas, y mejor terminen sus quehaceres.  El piso está muy sucio y los sillones llenos de pelos de gatos, ya se están apilando los trastes y es mejor que los limpien antes de que se apilen.
Mariela: Ya vas a empezar de fascista
Ester: ¡No es fascismo! Quiero que me ayuden, llevo tanto tiempo aquí, aquí inmóvil, mirando por la ventana, inmóvil, ya es mucho tiempo. Ya es suficiente, ya son muchos días, ya fue mucho mi estudio ¿y para qué? Para que los hijos de los dueños sean los que ocupan mi puesto, para que las palancas sean las que muevan el engranaje de este gobierno, palancas, hijos de los papás, las palancas que mueven a mi país las mueven los hijos de los papás… ¿Fascista dijiste?
Mariela: olvídalo, no quise decir eso…
Ester: ya lo dijiste.
Juana: Bueno, bueno, ya.  Ahora puedes hacer algo más Ester, necesitamos de tus conocimientos, tal vez puedes darnos pistas, serás el detective.
Ester: ya estamos muy grandes para eso…
Mariela: y muy jóvenes para no hacerlo.
Ester: …va pues, preparen todo. La guardia nocturna la hacemos todas, chin, chin la que se duerma.


III Escena 

Juana: ¡Demonios, no puede ser!
Mariela: ¿Qué pasa? ¿Las conseguiste?
Juana: no, Julián dijo que las llaves las tiene ya la familia, que no viene sino hasta pasado mañana
Francisca: ¿Pasado mañana?
Juana: lo sé, seguro que para mañana la casa de Julita no va a tener ni pisos.
Mariela: ¿qué llevas ahí?
Juana: ahí dónde
Mariela: ahí, en las manos.
Juana: comida.
Mariela: ¿Otra vez?
Juana: … parecía tener hambre, sabes que no puedo evitarlo, sus ojos, su tristeza, no puedo dejar que pase hambre, no puedo. Lo adoptaría si no fuera por Ester y sus dogmas de convivencia.
Mariela: no te preocupes, yo te entiendo. Sabes, dicen que cuando alimentas a uno, nunca se olvida de ti. Siempre lo recordará. Seguro que se acordará de ti entre los tejados y te maullará una canción de amor.
(Entra Ester corriendo y agitada)
Ester ¡LOS VI!, ¡LOS VI!
Francisca: ¡¿estás segura, cómo eran?!
Mariela: ¿llevaban armas?
Juana: ¿cuántos viste?
Ester: Eran cientos, cientos y llevaban púas en las manos, todos iban de negro, con los ojos muy abiertos y amarillos. Vienen en grandes autos, seguro planean llevárselo todo.
Juana: borrachos y drogados.
Mariela: e inocentes.
Francisca: ¿qué vamos a hacer con ellos?, debemos hablarle a mamá, ¡que vuelva, qué vuelva no quiero estar aquí sin ella!
(Francisca se echa a llorar sobre el piso)
Ester: saben que lo estamos esperando, saben que los hemos estado espiando.
Mariela: ¿Los escuchan? ¡Son ellos, están cerca del tejado, están muy cerca!
Juana: Mariela, Ester, vamos por las armas, debe haber algo más que brasieres y calzones en esta casa,  debemos estar preparadas.
Mariela: se escucha  un mariachi a lo lejos.
Juana: es parte del momento épico.  Hasta la Ilíada tenía su armonía.
Mariela: mira los cohetes, todos dicen VIVA, VIVA, VIVA. Mira el rojo, como apaña el cielo con gozo, el blanco apenas si se difusa, el verde no parece muy claro…
Ester: Ya están muy cerca, los veo acercarse a la puerta en un automóvil blanco. ¡Están por bajar!
Francisca: ¡los techos, están ahora en el techo… sus pasos de gatos, sus pasos de gato sobre el tejado!
Juana: están maullando una tierna canción, es mi canción, es una canción de amor.
Ester: ya entraron a la casa, ¿qué hacemos?
Mariela: mirar el cielo… (Embelesada con los juegos artificiales)
Juana: ¡griten, griten VIVA MÉXICO, VIVA CHIHUAHUA, VIVA, VIVA, VIVA, VIVA, VIVA…!
(Todas repiten el diálogo de Juana que se convierte en un estribillo)

Fin de la escena.



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