miércoles, 24 de julio de 2013

Meditación PosBeauvoir

"El feminismo radical existe por una unidad, la antipatía por el hombre es el germen de esta concepción. No importa el contexto, ni la cultura en la que esté la mujer. Esa antipatía ha sido la misma en la historia de la mujer, empezado con que siquiera es su verdadera historia. El hombre se ha empeñado en escribiría su historia. Ella no hace más que defenderse, pues quitarle la historia es cegar su presente."

-Yo.

lunes, 22 de julio de 2013

All Shit
All ficcion
All momens
All pussys
All dreams
All she...

                                         
 
"I'm not ready to let you go".

miércoles, 17 de julio de 2013

«La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina». 


Alfonsina Storni

Delgado (2006), pág. 86.









TU ME QUIERES BLANCA

Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada

Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del Engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.

domingo, 14 de julio de 2013

The L Word time.

"-¿Está de acuerdo en que los códigos
militares de conducta sean respetados?

-Siempre lo he estado...Hasta este momento. Una de las cosas que nos piden cuando vamos a una zona conflictiva, es que nos preparemos para separarnos de las personas que amamos
y también se los pedimos a ellos, les pedimos que nos permitan ir a luchas  por su libertad; algo de lo cual tal vez nunca regresemos. 
Y cuando volvemos a casa, nos sentimos bienaventurados. Me parece un gran error que ahora me denieguen mi  libertad personal en mi propio país.
Me parece un error ver a la persona que amo siendo interrogada como un criminal cuando no ha hecho nada malo"

Capitán Tasha Williams. 
The L word temp-5, cap 9.

viernes, 12 de julio de 2013

Carta a mi primer amor:

Sé que será extraño, pero cuando tenía ocho años me enamoré. Ella no era ni fea ni bonita, ni rubia ni morena. A esa edad pocas cosas importan. Fue tan inocente que ni siquiera sabía que era amor, y hasta ahora podría decir que he descubierto que me enamoré sin ser adolescente. Una parte de mí, se alegra de que el primera amor haya sido esa niña y no mi ex novio de sexto de primaria. Mi subconsciente, como diría Freud, bloqueo esa pulsión para impedirme un desorden mental. O simplemente lo guardé por temor a aceptarme.
 Me encontraba en un universo de amor lúdico, que me movía al compás de los tazos estrellados en el concreto y el sonido del bote volado al impactarse contra el piso. Eramos amigas, como todas las niñas de ocho años que juegan juntas. Pero cuando nuestros labios se tocaban, algo en mí, un sabor extraño me llenaba la boca, era un sabor a chocolate, posiblemente Carlos V o a papitas de queso, no lo sé, siempre era un sabor distinto que me impregnaba de una desconocída alegría . Ahora sé, y puedo asegurar que era el sabor del amor en estado puro, de una inocencia exquisita y una naturalidad inexistente en el consciente adulto. Donde tomarse las manos no era pecado y no nos hacía diferentes, acariciar su cabello y sumergirnos para besarnos en  aquella alberca que ponía mi abuela durante los veranos, no estaba mal. Para nosotros era como ser sirenas, regalándose  besos acuáticos. Yo era el pobre marinero náufrago que era rescatado por la hermosa sirena, que con un beso de amor lo regresaba a la vida. Teníamos una idea muy cursi de lo que era un sirena. Y no concebíamos que estaba mal besar a alguien para salvarle la vida.  Nos gustaban los besos bajo el agua, besos húmedos que perdía el sabor a infancia; mientras yo contenía la respiración y esperaba que me rescataran sus pequeños labios morados postrándose sobre los míos. El contacto de nuestras manos era una hermosa presión que se sentía bien, simplemente se sentía bien y no buscaba repetirla, con los instantes bastaba.

Al crecer los besos dejaron de tener una sinceridad auténtica. Ahora eran más mojados, besos que bajo el vientre se acaudalaban en la parte más "impura" del cuerpo. Fue entonces cuando dejamos de hacerlo. El sabor daba miedo, y sentíamos tanto el peso de Dios en nosotras que llegamos a la conclusión de que eso que hacíamos, no estaba bien. Nos despedimos con un beso oculto, no quiero decir que antes no nos ocultáramos, pero esta vez se sentía el vértigo, el peligro latente de ser descubiertas en la penumbra, mientras tocábamos nuestros cabellos y juntábamos nuestras bocas, resbalando un hilo inexperto de saliva que vacilaba en la barbilla.  Ese día estábamos ocultas, bajo una lona que cubría un montón de bicicletas descompuestas.Su abuelo y su abuela tenían un puesto de juguetes en el centro de la cuidad. Ocultas entre el olor a llanta y fierro oxidado nos besamos por última vez. Sus abuelos escucharon los murmullos en aquel patio trasero y fueron a revisar, nos separamos de inmediato y escuchamos decir a su abuela:´
 -Deben ser Brenda y Sergio.
-¿Otra vez esos cabrones?-. exclamó su abuelo.
¿Acaso no eramos las únicas que se ocultaban un amorío inocente? Nos descubrieron tímidas bajo las lonas negras que con el rocío de una llovía anterior empezaban a causarme claustrofobia. Me despedí con un frío adiós, después de eso nos dejamos de frecuentar, dejamos de jugar y de tener ocho años.

Tiempo después volví a verla. Ambas ahora eramos distintas, ella  no muy alta, de tez morena y mucho más agraciada que cuando era niña. Me sorprendió ver cuánto me importaban ahora esas cosas. Me impresionó aun más su vientre abultado y la indiferencia con la que se volvió a mirarme. 
Salió de la tienda como si hubiera visto un fantasma, el fantasma de su primer beso. Su primer y tal vez único beso con una mujer. Ahora todo tenía la claridad y el pudor que se necesitaba para sentirnos incómodas una enfrente de la otra.

Jazmín, nunca volvió a dirigirme ni un hola y olvidó decirme un adiós. Supongo que así es como debe superarse al primer amor.





Dedicado a Fer y Sam. El primer amor es inolvidable.