lunes, 19 de marzo de 2012
No puedo amar fantasmas
sus fonemas y morfemas
y su sintaxis moxxa
pero bastante elocuente.
eso aantes de que se fuera
entonces sí que la amaba,
después todo cambio
¿por qué lo digo? no sé, de repente
igual y maduramos y lo hicimos por una sana convivencia
lo prefiero a volverme a pelear con ella por vanalidades.
¿a que me refiero?
cuando nos peleabamos
me pregunto eso
a lo mejoor la celo a ella y no a tí, ese es el problema
"el amor no es conoce de envidia
no es cautivo"
dice mi poesía barata
discrimidada no de insuficiente, ni de poco verosimil
sino de sincera y poco corrosiva
cállame, una, dos, tres veces
los impetus crecen y la elocuencia
nunca se ha ido.
jueves, 15 de marzo de 2012
Pensamientos extraños #1
De pronto llama mi antención el lunar de tu pierna, me sonríe. Dos ojitos brota de él, se llamará Eréndira, se llamará José, se llamará Julia. Siempre será tuyo, siempre será de las dos.
lunes, 12 de marzo de 2012
Bisturí enemigo.
bisturí enemigo.
bisturí enemigo
martes, 6 de marzo de 2012
Palimpsesto.
viernes, 2 de marzo de 2012
Onirismo surrealista
Sabes…una vez soñé que ya no estabas. Me levanté súbita, sobre el hombro de un gigante triste, malhumorado. Me llevó a dar un paseo sin saber que yacía en su hercúleo omoplato. Sus pasos no eran estruendosos, marcaban las manecillas del reloj como una bomba de tiempo que está por llegar a su fin.
El viaje fue tan largo, y el gigante resultó tan sorprendentemente cómodo que caí profundamente dormida. No recuerdo cuanto duré así, no recuerdo cómo fue, pero el gigante ya no estaba, sólo recuerdo que ya no te soné. Entonces, tus ojos se dibujaron en el cielo, las nubes jugaban con ellos y los ocultaban como pastorcitas traviesas, con bucólicos cantos al amor y al desamor también. Tus ojos lloraron de tan bellos cantos que hicieron una tormenta, corrí con rapidez para evitar que me ahogaran, cuando topé la cabeza en un transparente y cruel cristal, entonces me di cuenta, estaba en un vaso a punto de colapsar. Y ahora tus lágrimas estaban a punto de matarme, “como siempre” pensé. Unos hermosos y rosados labios carnosos bebieron de él, me bebieron a mí y a tus lágrimas, mientras yo luchaba por la última bocanada de aliento.
Muchos días pasaron y yo cautiva en el estómago de aquel gigante de bellos labios, viví del recio vino algo de carne eventual y gomas de mascar para dejar de fumar. Todo era pastoso, de aspecto desagradable, pero buen aroma y sabor, similar a tus besos. Con el temor de evacuar por el ducto inefable, decidí trepar hasta la boca, llegando a su corazón. Ahí me interné otro tiempo, era más cálido y un poco más llevadero, lleno de espumosa sangre caliente que alimentaba todos mis deseos. Más el latido era tan resonante que volví a mis noches de desvelo. A veces me gustaba besar ese corazón, entonces se detenía poco a poco, cuando yo pasaba mis dedos tibios por el borde de la enorme creación. Miles de mariposas salían del estómago, subiendo con rápido aleteo para después escapar por la boca. Ese era el plan, aferrarme a las mariposas para salir de su corazón. Lo intenté en vano, entre más lo intentaba más profunda y dolorosa era la caída. Pensé en darme por vencida, y aceptar el hecho de que nunca iba a salir, mi única esperanza era la puerta trasera, pero me di cuenta que yo merecía un poco más, ése orgullo estúpido de ser humano. Así que abracé el corazón con mucha fuerza, dos lágrimas incontrolables salieron de mis ojos, las mariposas volaban miles a mí alrededor, me aferré a cuantas pude y en un estornudo feroz salir de aquella boca. Mientras volaba con nostálgica libertad voltee a ver a mi gigante guardián. Entonces vi tu mirada, tus manos y piernas, también aquellos acuosos ojos; esa mirada tierna, los labios enormes susurraron un débil “no me dejes” pero era tarde. Empecé a llorar con tanta furia, arrancándole las alas a las mariposas, aquellas mariposas de las cuales dependía mi vida. Asustadas vi a tus manos queriendo amortiguar mi caída, de nuevo tu esfuerzo fue en vano. Mis lágrimas intentaron dibujar un adiós, mientras trocitos de alas rotas se incrustaban en tus dedos.
Sabes…una vez soñé que ya no estabas, pero en realidad era yo.
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