(acto único)
I Escena
Juana: Seguro que se
subieron por nuestra casa, ya ven, no sería la primera vez que lo hace.
Francisca: ¿Pero cómo?
si está rete alto.
Ester: Es muy fácil, si ya tiene maña, nomás se apoyan
en las rejas de nuestra barda, así suben y recorren nuestro techo, así se
metieron.
Mariela: Cabrones,
ojalá que Doña Julita venga a jalarles las patas.
Ester: Qué dices, no
juegues con eso. Lo que debemos hacer es hablarle a Julián, decirle que han
intentado meterse a la casa de Julita. Seguro él tiene llave, nadie más tiene
llave, seguro él ha de poderse comunicar con los hijos, con los que estén a
cargo de la casa ahora.
Juana: a lo mejor nadie
está al pendiente.
Francisca: ¿Le llamaron
a la patrulla?
Juana: les llamamos dos
veces y nada. Le decía a Mariela que a la próxima les decimos que unos muchachos
revoltosos están haciendo un rave.
¡Eso! Menores, consumiendo drogas y alcohol, verán como llegan volando.
Mariela: y hasta de
tres patrullas tendremos afuera. ..
Juana: menores drogados
y borrachos.
Mariela: indefensos…
Juana: y drogados y
borrachos
Mariela: e indefensos…
Ester: pues sí, a la
otra hacemos de los criminales las victimas para que se haga justicia. Pero
ahora vámonos, que cada quién tiene sus tareas. Juana y Francisca a trapear y
barrer. Mariela, ayúdame a recoger las camas.
(Mariela
sale)
Juana: qué raro tú,
¿ustedes?, ¿La cama?, qué raro.
Ester: bueno, tú las
camas y todas las demás a alimentar a los animales.
Francisca: yo no quiero
alimentar animales, ya bastantes animales he alimentado en mi vida.
Juana: esos animales
son responsabilidad que tú solita te has echado, reina.
Ester: ya estuvo bueno
pues. Cada quien que haga lo que quiera hacer, pero que lo haga bien. Que las
cosas o se hacen bien o mejor no se hacen.
Francisca: que no se
hagan, de todos modos las cosas nunca salen bien. Y menos cuando se nos
imponen, nadie hace bien las cosas cuando le obligan a hacerlas.
(Sale
Juana. Entra Mariela cargando unas sobre camas)
Mariela: se escucharon
otra vez, andaban arriba con pisadas de gato.
Ester: ¡Esos cabrones!
Francisca: ¡qué miedo!,
qué tal que se nos brincan más.
(Entra
Juana)
Juana: ¿Ya escucharon?
Parece que son como tres.
Ester: que nadie salga,
vamos a poner algo de música para olvidarnos del tema. De todos modos, ahorita
voy con Julián para avisarle y pedirle las llaves.
Mariela: primero me
llevas a mi casa, quiero ir por unas cosas.
Ester: primero lo
primero. Que las cosas o se hacen bien o mejor no se hacen.
Francisca: qué les
parece algo de José José, también tengo
algo de Los panchos.
Juana: mejor algo más
movido, una de The Killers, algo de The Beatles
Mariela: el caso es que
tenga el “The”
Ester: pongan lo que
quieran, pero pónganlo ya.
(Ponen
música disco)
II
escena
Mariela: Ayer no se
escuchó ya nada. Seguro que les dio cargo de conciencia y se fueron. Han de
haber visto el espíritu de Julita rondando la casa, los han de haber asustado
los recuerdos de la pobre anciana.
Juana: O seguro ya se
chingaron todo, hasta los recuerdos. Sea como sea, ¿escuchaste los cohetes?
Mariela: ¿Cohetes? No
escuché nada te digo.
Juana: ayer hubo
cohetes. No puedo creer que nos los escucharas. Se escuchaban a los niños sobre
los hombros de sus papás, a las
trompetas y las matracas. Los gritos. El grito del pueblo.
Mariela: ¿Qué decían
los gritos?
Juana: ¡VIVA EL IVA,
VIVA CHIHUAHUA, CHIHUAHUA, VIVE, VIVE, RESUCITA CHIHUAHUA, DESPIERTA, LEVÁNTATE,
SIENTE CHIHUAHUA, ALERTA CHIHUAHUA!
Mariela: no, yo no
escuché nada. Yo dormía, dormía en
verdad, dormía porque es lo único que puedo hacer por ahora.
(Entra
Francisca)
Francisca: yo también
escuché. Pero nadie gritaba, todo lo
contrario, eran susurros. Susurros de aquellos,
seguro se volvieron a meter, ahora como que ideaban un plan, pa mí que planean
llevárselo todo, hasta las plantas y los trastes de plástico, TODO.
Mariela: … Y los
recuerdos.
Francisca: y todo…
Mariela: (reflexiona) mientras no se lleven lo de
nosotros.
Francisca: ¿Y qué hay
de Julita? Son sus cosas, y seguro que
no querrá que se lo lleven todo, qué pasa si volver, si alguna vez vuelve y no
encuentra nada, imagínense su tristeza, su dolor al encontrar la casa vacía.
Mariela: perder sus
recuerdos es lo más triste…y ¿qué podemos hacer?
Francisca: No sé,
velar, vigilar por turnos, para ver quiénes son los hijos de la chingada que
quieren perturbar el interior de la casa.
Mariela: y cuando los
veamos ¿qué hacemos?
Francisca: cuando los
veamos les decimos que dejen de hacerlo, que respeten a los difuntos y sus
cosas. ¡Arriba las manos o disparamos! Y les aventamos con brasieres y calzones
y…
Juana: ya salió el
peine…
Francisca: ¿qué quieres
decir Juana?
Juana: ah, nada, que lo
mejor es mantener la distancia.
Mariela: eso digo yo,
no vayan a venir encabronados aquí, y ahora hasta a nosotros por chismosas nos
lleva la chingada.
Francisca: Julita
también era re chismosa…
(Silencio
incómodo entre todas)
Juana: no, yo me
refería a mantener la distancia de esos
cabrones a con la casa. Nadie puede entrar ya, nadie. Mañana mismo le digo yo a
Julián que nos dé la llave, y hacemos rondas.
Mariela: yo pido en la
mañana
Juana: yo la de la
tarde
Francisca: yo ni de
pendeja hago la nocturna.
Mariela: tú la nocturna
con Ester.
Francisca: ni madres,
yo de noche ni a la esquina.
Juana: es cierto, si
son muchos, seguro que necesitamos estar todas para poder contra ellos.
(Entra
Ester)
Ester: supongo que ya
todas terminaron sus quehaceres.
Juana: hacemos más que
eso, estamos planeando cuidar la casa de Julita, vamos a hacer rondas y a ver
qué…
Ester: ¿Rondas? Ni
siquiera pueden seguir el rol de la casa y quieren hacer rondas para cuidar las
ajenas. No, no voy a permitirlo.
Mariela: qué bueno,
porque seguro te encabronabas con el horario de ronda que te iba a tocar.
Ester: dejen de hacerse
tontas, y mejor terminen sus quehaceres.
El piso está muy sucio y los sillones llenos de pelos de gatos, ya se
están apilando los trastes y es mejor que los limpien antes de que se apilen.
Mariela: Ya vas a
empezar de fascista
Ester: ¡No es fascismo!
Quiero que me ayuden, llevo tanto tiempo aquí, aquí inmóvil, mirando por la
ventana, inmóvil, ya es mucho tiempo. Ya es suficiente, ya son muchos días, ya
fue mucho mi estudio ¿y para qué? Para que los hijos de los dueños sean los que
ocupan mi puesto, para que las palancas sean las que muevan el engranaje de
este gobierno, palancas, hijos de los papás, las palancas que mueven a mi país
las mueven los hijos de los papás… ¿Fascista dijiste?
Mariela: olvídalo, no
quise decir eso…
Ester: ya lo dijiste.
Juana: Bueno, bueno,
ya. Ahora puedes hacer algo más Ester,
necesitamos de tus conocimientos, tal vez puedes darnos pistas, serás el
detective.
Ester: ya estamos muy
grandes para eso…
Mariela: y muy jóvenes
para no hacerlo.
Ester: …va pues,
preparen todo. La guardia nocturna la hacemos todas, chin, chin la que se
duerma.
III Escena
Juana: ¡Demonios, no
puede ser!
Mariela: ¿Qué pasa? ¿Las
conseguiste?
Juana: no, Julián dijo
que las llaves las tiene ya la familia, que no viene sino hasta pasado mañana
Francisca: ¿Pasado
mañana?
Juana: lo sé, seguro
que para mañana la casa de Julita no va a tener ni pisos.
Mariela: ¿qué llevas
ahí?
Juana: ahí dónde
Mariela: ahí, en las
manos.
Juana: comida.
Mariela: ¿Otra vez?
Juana: … parecía tener
hambre, sabes que no puedo evitarlo, sus ojos, su tristeza, no puedo dejar que
pase hambre, no puedo. Lo adoptaría si no fuera por Ester y sus dogmas de
convivencia.
Mariela: no te
preocupes, yo te entiendo. Sabes, dicen que cuando alimentas a uno, nunca se
olvida de ti. Siempre lo recordará. Seguro que se acordará de ti entre los
tejados y te maullará una canción de amor.
(Entra
Ester corriendo y agitada)
Ester ¡LOS VI!, ¡LOS
VI!
Francisca: ¡¿estás
segura, cómo eran?!
Mariela: ¿llevaban
armas?
Juana: ¿cuántos viste?
Ester: Eran cientos,
cientos y llevaban púas en las manos, todos iban de negro, con los ojos muy
abiertos y amarillos. Vienen en grandes autos, seguro planean llevárselo todo.
Juana: borrachos y
drogados.
Mariela: e inocentes.
Francisca: ¿qué vamos a
hacer con ellos?, debemos hablarle a mamá, ¡que vuelva, qué vuelva no quiero
estar aquí sin ella!
(Francisca
se echa a llorar sobre el piso)
Ester: saben que lo
estamos esperando, saben que los hemos estado espiando.
Mariela: ¿Los escuchan?
¡Son ellos, están cerca del tejado, están muy cerca!
Juana: Mariela, Ester,
vamos por las armas, debe haber algo más que brasieres y calzones en esta casa,
debemos estar preparadas.
Mariela: se
escucha un mariachi a lo lejos.
Juana: es parte del
momento épico. Hasta la Ilíada tenía su
armonía.
Mariela: mira los
cohetes, todos dicen VIVA, VIVA, VIVA. Mira el rojo, como apaña el cielo con
gozo, el blanco apenas si se difusa, el verde no parece muy claro…
Ester: Ya están muy
cerca, los veo acercarse a la puerta en un automóvil blanco. ¡Están por bajar!
Francisca: ¡los techos,
están ahora en el techo… sus pasos de gatos, sus pasos de gato sobre el tejado!
Juana: están maullando
una tierna canción, es mi canción, es una canción de amor.
Ester: ya entraron a la
casa, ¿qué hacemos?
Mariela: mirar el
cielo… (Embelesada con los juegos
artificiales)
Juana: ¡griten, griten
VIVA MÉXICO, VIVA CHIHUAHUA, VIVA, VIVA, VIVA, VIVA, VIVA…!
(Todas
repiten el diálogo de Juana que se convierte en un estribillo)
Fin
de la escena.