lunes, 3 de diciembre de 2012

Yo no te quiero en la Luna





Estas historias siempre son las mismas, ella es pobre, él rico, mueren mutuamente por su amor. Pero en toda la trama solo ocasionalmente lo consiguen.  Alguien busca separarlos y acabar con la efímera felicidad de los enamorados. Al final vencen las adversidades, se casan, tiene hijos y muere hasta la senectud. Qué mierda tan más aburrida. Estúpidas estructuras… eran las cosas que Claudia solía decir cuando mirábamos la televisión, a las ocho u ocho quince de la tarde…deberían matar a la protagonista o hacerla sufrir, algo más naturalista y realista. Cállate Claudia,  le decía mientras presionaba mis pechos sobre su cuerpo, jugando un juego seco, acurrucándome un poco a  sus extremidad con el pretexto de terminar  la telenovela en paz, en tranquilidad.
La muerte para mi nunca fue un juego, era destructora de planes, que eran parte de mi obsesión. Planee mi vida desde los diez años, y debido a eso aceptar mi homosexualidad era algo que en realidad me costó. Para mí todo debía seguir una estructura clásica, un inicio y un final. Por eso me molestaba ver telenovelas con Claudia,  nunca terminábamos de ver el tan esperado final. Nunca terminábamos las novelas, tampoco las tareas. Duramos tres años para arreglar las goteras del departamento y pasamos cuatro navidades sin arbolito. Claudia detestaba las fechas, odiaba los números, el orden precipitado de la vida, las pitonisas, los horóscopos  y la manía humana de querer guardar el tiempo y apilarlos en cajas sentimentales para una eternidad que nunca era.
 -Estas acciones son inevitables. ¿Qué puedo hacer? alguien debe recordarte que cumples un año más y que el recibo de la luz vence este mes  le decía. Ella me miraba, y meneaba la cabeza. A veces, su soberbia y la forma despreocupada en la que vivía la vida me hacían sentir estúpida. A mí me tocaba hacerla reír en tiempos de sangre, en tiempos de dolor y ausencia. ¿Cómo podía alguien tan indiferente con la vida  hacerme fuerte para seguir con la mía? En el Hospital todos nos visitaban, sus compañeros de trabajo, sus amigos;  era curiosos como se compadecían de mi, ¿Qué tan mala no serás conmigo Claudia? que todos se preocupan más por mí que por ti ...era triste, pero Claudia solo sonreía y un sentimiento de temor y arrepentimiento se marcaba en sus cejas.

Mi madre me lo decía ella no mija, esa muchacha es demasiado seria para ti. Sí querías algo frío e indiferente te hubieras casado con tu primo Richy, para mi madre las cosas eran sencillas. La mujer se condenaba a tener el hombre más  inútil de la existencia para cargar con él como santa cruz. Era el pecio de ser mujer y "no trabajar" ni "chingarle". Hubiera querido casarme con mi primo Richy, pero en realidad, nunca puede ni besar a un hombre. Siempre me sentí impotente con respecto a ello, yo buscaba una normalidad como la de todos, quería un novio o un amante, pero no, los pechos de mis compañeras me arrastraban a pensamientos perversos y llenos de anomalías para mi realidad. Entonces conocí a Claudia, llevaba pantalones de militar, una chaleco sin nada abajo y unas botas con bombitas, se veía tan despreocupada,   ser veía tan diferente a todo, tan irreal;  no puede desviar mis sentimientos de ella, en realidad, creo que la amé porque era lo que yo nunca me había atrevido a ser, libre.

Nadie podrá comprender mi amor por esa mujer, nadie entendería que su indiferencia y su ligera visión de la vida era mi tratamiento contra la locura. ...yo quiero volar contigo, Claudia. Quiero más que este departamento. Te quiero, quiero hijos, como único e inexorable nexo de nuestras vidas. Claudia me miraba, se alejaba un poco y recapacitaba. Puedes tener tus hijos, quién soy yo para arrancarte los sueños. Y para eso, no me necesitas cariño, no estas atada...Lo estaba, siempre estuve atada a su frialdad, a su distante y despreocupada forma de tratarme, como un campo de minas, como un tesoro que no vale la pena descubrir. Yo no te quiero en la Luna Claudia, me niego a que esa seductora  te conquiste, me niego a que sea eje de tu mundo y me pone mal pensar que a ti no te importa lo ajena que te siento.

¿Cuántas vidas más habrán sido contigo Claudia? le preguntaba mientras frotaba su espalda con la esponja. Lavando sus nalgas frías, tallando con suavidad su pubis, sus manos moradas, limpiando a profundidad sus orejas y su escaso cabello. ¿Cuánto más será el dolor de verte así? ¿Si te perdiera dolería menos ? ¿En verdad morirá algo de mi contigo? ....¡vieja dramática que eres! dices, mientras tus ojos se humedecen y disimulas el llanto  Esa imprudencia tuya hablar de ese modo,  nada te pasara debes vivir tu vida, mírame amor,  esto ya no es vida cielo, hace meses que no vivo. Y no te preocupes, tú  no morirías por mi, te darás cuenta que no necesitas una enferma retraída como yo, pronto estarás en los brazos de alguien y entonces yo solo seré un recuerdo  muy triste...la boca se me secó con sus palabras, yo movía la cabeza aferrándome a su débil  cuerpo ¡Claudia, Claudia! No digas eso, bebé.


Ella enfermo con rapidez, fue algo curioso, un día se desmayó mientras hacíamos el amor, después durante su caminata. Es demasiado, pensé. La obligué a ir con el doctor, Claudia moría, se moría desde hacia unos seis meses. Yo miraba sus ojos reflejando mi  incrédulo terror, después de tanto cuidar su vida como si fuese una madre, Claudia moría de algo desconocido  algo que no producía el tabaco, porque la obligué a dejarlo, ni el alcohol, ni las drogas, ni el sexo ni nada. Claudia moría por ley natural. La miraba sobre la cama, sudorosa, con ganas de tragarse al mundo, su reloj se marcaba, hacia un sonido catastrófico en el silencioso hospital. Conformismo, decía, la vida se me fue en conformismos. mientras me miraba, cruel.

En una ocasión  mirando las nuevas telenovelas, la vi reír, comenzó  a dar carcajadas enormes que me obligaron a salir de la habitación para prevenir escándalos. ¿Qué sucede? ¿has tenido un mal sueño? le pregunto y no contesta, de inmediato pensé en el dolor, en el dolor de una enfermedad desconocía  ¿cómo sería su dolor?. Su risa se detuvo en seco, un seco tan seco que las palabras salían  aplastas de su boca. Míralos María, mira como van felices por sus vidas, al fin él la ha conquistado sin importar nada ni nadie, al fin vivirán juntos por siempre, para siempre, como nosotras María.  Unas gruesas lagrimas salieron de mis ojos, con sollozos incontenibles, no quería prenderla. Jamás pensé en perderle en realidad, entonces lo supe, entonces me di cuenta, no estaba lista para perderle. No me voy porque ya esté lista, me voy porque tú ya estas lista, mira la pesadumbre en tus ojos mi amada María, eres lo único bueno que mi indiferencia me ha dado. Y me duele no haber sido mejor, no es que no te amara, solo no lo hacia como tu querías, pero mírame, mira la luna de mis ojos, siempre fuiste tú-  Me besó la frente, paso sus manos por mi espalda, por ultima vez. Me susurró:  Debí darte amor mutuo, al final, siempre tuvimos alguien que pudiera separarnos, ojalá que todo fuera partida de un villano  tangible para después tener efímera felicidad, ojalá te hubiera dado mil bebés y ser por fin eternas... mientras cerraba los ojos,  borrándose la eterna luna de su mirada.